El frío intenso de Fermoselle parece hacer temblar a los olivos que, por noviembre, son vareados para que suelten ese fruto que parece una pequeñísima manzana lo que, probablemente, hizo que en la noche de los tiempos se le otorgara el nombre de ‘manzanilla’ a la variedad predominante en Los Arribes del Duero. “La aceite de Fermoselle es una de las mejores de España, por no decir la mejor”, asegura poéticamente, aplicando con vehemencia el género femenino, un olivarero, mientras sacude con energía las ramas de uno de sus olivos, subido a una escalera.

Fermoselle es terreno de espectaculares bancales escalonados donde prosperan viñas y olivos desde hace muchas generaciones y muchos pequeños propietarios de la zona dan rienda suelta a su amor por el producto de la tierra. “Dicen que nuestros olivos tienen más de 200 años pero quizá se acerquen a los 300. El padre de mi suegro ya le preguntaba a su abuelo quién había puesto los olivos y su abuelo le decía que se los encontró puestos”.